"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"
Opinión
En la buena dirección
Invisibles
José Manuel González Huesa, director de “cermi.es semanal” y director general de Servimedia
01/11/2013
La palabra invisible tiene dos acepciones: que no puede ser visto o que rehúye ser visto. Tanto una como otra necesitan una explicación sociológica. Cuando una persona es invisible, ¿por qué se produce esta situación? ¿La sociedad no cuenta con ella, no le apoya, no entra en la dinámica del resto de los ciudadanos, no cuenta con la ayuda social? ¿Qué hace su familia? Y si trata de rehuir, ¿por qué intenta pasar desapercibido? ¿Quiere aislarse, ocultarse? ¿No tiene otra salida?
Estas son algunas de las preguntas que intentan ser respondidas en el primer estudio sobre “Pobreza y exclusión social de las mujeres con discapacidad en España” que el sociólogo Agustín Huete ha elaborado para el CERMI.
El primer titular es demoledor: cerca de 500.000 personas (la mayoría mujeres, con unos ingresos anuales inferiores a 3.900 euros) viven en situación de pobreza extrema y 1,5 millones, en pobreza relativa. Hay 600.000 personas con discapacidad que viven solas en su hogar. Un fenómeno social que asusta, y lo curioso es que no es nuevo. Con la crisis, se acrecienta, pero hay un fallo estructural que mantiene estas cifras escandalosas desde hace años en nuestra sociedad sin que se remuevan nuestras conciencias.
Ese es uno de los grandes fallos. Hasta ahora no queríamos conocerlo. Falta una mayor visibilidad de las mujeres con discapacidad en las estadísticas. Apenas se dispone de datos y esto convierte en invisible un problema real que tenemos todos en nuestras ciudades, especialmente en nuestras aldeas o zonas rurales.
Y tenemos una parte de responsabilidad. Se trata de un problema cultural, y para cambiar las tendencias, las coyunturas, hace falta un compromiso de todos. Tanto los entornos privados como los públicos tienen una responsabilidad en evitar la discriminación. La suma de una serie de factores generales (mujer, con discapacidad, que vive en lugares pequeños, abandona pronto los estudios, tiene una discapacidad intelectual) tiene una conclusión clara: padece discriminación.
Una vez más hay que aplicar la Convención de la ONU sobre los Derechos de Personas con Discapacidad. Desarrollar de manera eficaz planes de acción que eviten esta injusticia. No hay que irse muy lejos para saber que tenemos muy cerca de nosotros el Tercer Mundo. La sensación de marcha atrás, sobre todo en una época tan difícil como la actual, puede provocar desequilibrios aunque el problema principal es que esta discriminación se mantiene desde hace demasiados años. Hace falta remover las conciencias. Y en esto, los medios de comunicación tenemos nuestra responsabilidad.
Hay que convertir la discapacidad en protagonista de la realidad porque forma parte de ella. Y las televisiones deben reflejarlo y contarlo tal y como sucede. Hacen falta menos Belenes Esteban y más Teresas Perales. Todos saldremos ganando.